Loïe Fuller
Mujer mariposa, mujer flor, mujer fuego, podría decirse que la primera coreógrafa-bailarina que empleó los accesorios fue Loïe Fuller con su juego de luces y de telas. Se convierte así en una de las reinas de la Belle Époque y en la primera artista moderna que empezó a realizar sus solos por su cuenta, al margen de los ballets clásicos y de los espectáculos de revista. Loïe interpreta una danza muy personal a partir de un género predominante en su época sobre los escenarios del Music Hall: la Skirt Dance. Tras liberarse de las normas, la artista inventa lo que podríamos denominar la performance multimedia y abre paso al siglo XX.
Parade – Léonide Massine
A lo largo de la década de los 20, el encuentro entre las artes plásticas y las artes escénicas tuvo una influencia notable en la escritura coreográfica. Esta adapta la danza a la realidad física del vestuario y de los accesorios. En la obra Parade, cada uno de los bailarines es un personaje sometido a un tipo de danza determinado en función del vestuario o de los accesorios que lleve. Según el propio Cocteau, los vestidos-decorados de Parade, «más allá de limitar al coreógrafo, le obligaron a romper con las antiguas fórmulas». A menudo se presenta a Parade como el primer ballet moderno.
La folie du jour - Joséphine Baker
En el culmen de los locos años veinte, la figura emblemática de la Revue Nègre, Joséphine Baker suscitó un interés renovado hacia todo lo que recordaba al Arte africano. Bajo su tono burlón y con su cómico cinturón hecho de plátanos, Joséphine Baker mezcló jazz, charleston y danzas primitivas, dando la vuelta, incluso a través de su indumentaria, a todos los clichés y las ideas preconcebidas de un mundo que, en pleno siglo XX, seguía fascinado por el exotismo al tiempo que incómodo con todo aquello que se saliera de la cultura europea.
Sanctum y Imago – Alwin Nikolaïs
A lo largo de la década de los 50 y de los 60, Alwin Nikolaïs experimenta con el cuerpo y con el espacio escénico tanto físico como luminoso o cinético. Al servicio de su concepto del teatro total, es él mismo quien crea las músicas, los decorados y la iluminación. En sus obras, utiliza muy a menudo las máscaras y los accesorios: «las máscaras, para que el bailarín pueda convertirse en cualquier otra cosa; y los accesorios para aumentar aún más su talla en el espacio. Según decía un crítico americano: «En las obras de Nikolaïs, los bailarines son accesorios y los accesorios bailan. » En la actualidad, los coreógrafos contemporáneos continúan experimentando con estos objetos danzantes, auténticos compañeros creativos. Estos artistas se encuentran a menudo en el punto donde confluyen las artes circenses, la instalación y la danza contemporánea. Liberan a estos accesorios del uso meramente funcional que tenían asignado para dotarles de un nuevo sentido poético del vértigo, de la elegancia.
100% polyester, objet dansant n°(à définir) – Christian Rizzo y Caty Olive
100% polyester, objet dansant n°(à définir) es una joya poética elaborada por Christian Rizzo y Caty Olive que consigue hacer bailar al accesorio. Solo el viento que procede de los ventiladores colocados sobre el escenario permite que las dos túnicas se abracen, giren y cobren vida a través de un movimiento... eólico. Tras desarrollar su formación en artes plásticas y su paso por el mundo del estilismo, Christian Rizzo consigue fusionar las artes propias de la instalación y de la performance, sirviéndose tanto de los artistas como de los objetos sobre el escenario.
Cavale – Yohann Bourgeois
El coreógrafo, malabarista y, fundamentalmente interesado por la inestabilidad del cuerpo y de los objetos, reivindica una «estética del riesgo». En Cavale, Yoann Bourgeois presenta en el escenario una base/trampolín, una escalera, dos bailarines y el desequilibrio situado justamente entre la caída y la suspensión.En el caso de este coreógrafo, los accesorios no son más que un pretexto para el impulso, el punto de suspensión, el contrapunto musical.
Une pièce mécanique - Geisha Fontaine y Pierre Cottreau
Geisha Fontaine y Pierre Cottreau son especialistas en rebelarse contra todos los códigos que suelen estar vinculados al espectáculo.Une pièce mécanique reúne sobre el escenario a dos bailarines y un cuerpo de ballet mecánico hecho de 25 objetos/esculturas móviles.Los bailarines y los objetos son, en este caso, sujetos y material de la danza. Esta danza material, fabricada mediante programación informática, matemáticas y geometría, obliga a los intérpretes humanos a sufrir una metamorfosis en contacto con los objetos mecánicos: la composición humanos/objetos se convierte en un dispositivo poético inédito. De lo virtual a lo vivo, la emoción persiste.